Pinceladas y reflexiones sobre la vida cotidiana a orillas del Mediterráneo

domingo, 25 de enero de 2009

Terminó una guerra. Empezó otra...


Hace una semana que terminó la guerra en Gaza y aparentemente, todo volvió a la rutina, incluyendo los accidentes de autos, violencia callejera, familiar, etc. que según las estadísticas, bajaron considerablemente durante la guerra. Tema para la reflexión.

Los políticos se zambulleron de cabeza a su nueva contienda: las elecciones al Parlamento y del Primer Ministro que se acercan a paso galopante. Dos semanas y monedas. La fecha es el 10 de febrero. Todos andan protagonizando campañas tanto políticas como fotográficas, disfrutando en éstas últimas de las generosidades del fotoshop, que lamentablemente, no puede hacer nada en las mencionadas en primer lugar.

Nunca envidié a nuestros dirigentes y mucho menos ahora, cuando la sombra de los escombros de Gaza los acompaña a toda hora, no sólo en los titulares de los noticiosos sino en los sinuosos laberintos de sus almas. Además, desde que la era Obama despuntó, sus rostros parecen más pálidos que nunca, y no precisamente por comparacion con el color de la piel del primer presidente negro que hace historia, sino por el brillo de su mirada, por el porte de su cuerpo, su capacidad de oratoria y su sonrisa colmada de glamour estilo Hollywood.

Por el momento, no se vislumbra ningún Obama de este lado del Mediterráneo. Ni un Obamita. Ni un primo hermano. Pero dicen que la esperanza es lo último que se pierde.

Ines Weller desdeisrael@gmail.com

martes, 20 de enero de 2009

Asumió Obama

Y asumió Obama, este Apolo del tercer milenio, con su carisma y belleza más avasallantes que nunca, al punto que cuando lo miraba hoy aparecer frente a la multitud que lo esperaba en la ceremonia de asunción del cargo tuve que recordarme que es de los nuestros, un humano... Espero que él también se acuerde de eso.


Ines Weller desdeisrael@gmail.com

viernes, 16 de enero de 2009

Se vislumbra el final

Cuando escribí el último post hace casi una semana soñaba que en cualquier momento tendría la necesidad de irrumpir con un primer post de post guerra. Pero, aunque todos coinciden que el final se vislumbra, la guerra sigue. Y lamentablemente, aún teniendo el privilegio de no estar viviendo esta guerra en carne propia (como comenté en el post "Dos semanas en Gaza"), hasta yo tengo la suficiente cultura bélica para saber que la intensidad de una guerra no decrece a medida que se acerca al final sino que por lo general, sucede todo lo contrario, se intensifica. Todas las partes tratan de aprovechar al máximo el "permiso" para destruir antes de su inminente vencimiento.

O sea, la cuenta de los muertos y heridos no se detiene ni por un instante antes del cese del fuego. Va a ser una verdadera bendición si se va a detener después.

Lo que pasa en Gaza

Más allá de lo que dicen o lo que callan los políticos, los periodistas especializados, los entendidos y los que no lo son (pero no por éso se callan la boca), lo que más me da la pauta de que el fin de la guerra se acerca es que cada vez se escuchan más voces que hablan de "lo que está pasando en Gaza".

A pesar de que desde un principio se muestra y se cuenta lo que está pasando en Gaza, el tiempo y el lugar que ocupan estas noticias son mínimos, comparados a los que ocupan las de la destrucción y las víctimas de Israel. Creo que esta desproporción no es sólo producto de la entendible preocupación local por lo que nos pasa a nosotros, sino que las imágenes y las noticias de Gaza son muy difíciles de captar, y mucho más de digerir.

Ahora, que por un lado pasó un tiempo y por el otro se vislumbra el final, se empieza a hacerles más lugar y cada vez se habla más de la reconstrucción de Gaza en todo sentido, no sólo físicamente. O sea, nos estamos preparando para poder mantener los ojos abiertos cuando aparezca el título y la temida foto de "Gaza, un día después"

Hablar del trauma

Creo haber comentado en alguna oportunidad que uno de los grandes cambios que vivió la sociedad israelí en las últimas tres décadas (que son de las que puedo atestiguar de primera fuente) está relacionado a que ahora se permite (al menos más que antes) exteriorizar sentimientos y hablar de ellos en voz alta. Como correlación se dio una apertura hacia los tratamientos psicólogicos.
El otro día, leyendo en un diario una columna personal de una madre de un soldado en el frente, pude "palpar" este cambio. La madre cuenta que durante una visita fugaz que tuvo oportunidad de hacerle al hijo combatiente, en un intervalo que le dieron, le preguntó en chiste, "¿te voy pidiendo turno con el psicólogo para después de la guerra?" a lo que el hijo le contestó, "no, por ahora estoy bien".

Lamentablemente este "por ahora estoy bien" no siempre es real. Muchos israelíes, que combatieron en alguna guerra u "operación militar" conviven con leves y ocultas manifestaciones del shock de guerra, sin tener ninguna consciencia de ello. Pero éste es un tema para tiempos de paz.

Otra de las manifestaciones de esta apertura es que se habla de la traumática generación de los chicos del sur, ya que muchos de ellos no conocen otra vida que la que regida por las alarmas de "Color rojo" que anuncian, desde hace ocho ininterrumpidos años, la caída de un misil, 15 segundos antes de que se escuche el "boom" y la conescuente y desesperada corrida hacia un "espacio protegido", que no siempre existe en sus cercanias.

Los niños de Gaza


Dentro de la lluvia de ideas que comenzó a surgir repecto a los niños de Gaza acabo de escuchar una especialmente insólita. La periodista Judy Shalom Nir Mozes, en una carta abierta al Ministro de Defensa, sugiere ofrecerle a las familias de Gaza traer a Israel a todos sus niños para asegurar que no sigan cayendo víctimas de la guerra ni sigan siendo usados como baluartes humanos en manos del Hamás, según atestigua el ejército israelí.

Insólita o no, parece ser que surtió efecto. No está claro si a raíz de esta propuesta o no, pero horas después de hacerla pública se designó al ministro israelí de Absorción y Bienestar Social como responsable de ofrecer ayuda humanitaria a la población de Gaza, de manera oficial. Más allá de la que están brindando diferentes iniciativas particulares, entre ellas la de los kibutizm, algunos de los cuales están ubicados en la zona atacada por los misiles que disparan desde Gaza...


Ines Weller desdeisrael@gmail.com

sábado, 10 de enero de 2009

Radio gana a TV, salvo excepciones

Después del bombardeo de noticias-chiclets, como llamo a la escueta información, que por dictámenes de la programación deben estiraaaaaaarse y repeeeeeetirse interminablemente, y para eludir material fotográfico que prefiero no ver, opté por seguir las noticias sobre la guerra en Gaza por la radio en vez de por televisión. No es que no exista también chiclets radiales pero al menos, uno puede despegarse de ellos más fácilmente, mientras que espera la llegada de alguna novedad, con los dedos eternamente cruzados hasta que del aparatito (que en pleno tercer milenio parece absolutamente arcaico) emita las palabras mágicas "cese de fuego".

Pero aún así, a veces peco de curiosa y bien que lo hago. Asi fue como el viernes a la noche puse el noticiero del canal 2 para toparme, para mi sorpresa, con la primer entrevista televisiva de Aviva, la madre de Guilad Shalit, el soldado secuestrado hace dos años y medio. Desde entonces llevo atesorada en mi memoria la mirada de una madre que sacó las fuerzas no sé de dónde, para hacer lo que se vio que le costó mucho, dar la cara y hablar. Aunque más no sea para agotar todo recurso a su alcance para traer de vuelta a su hijo.


Ines Weller desdeisrael@gmail.com

Dos semanas en Gaza

Me siento a escribir este post cuando la Guerra en Gaza ya tiene dos semanas de vida, y de tantas muertes. Dos semanas en las que el país volvió a dividirse en esas dos categorías tan conocidas, los que viven la guerra en carne propia, y los que la miramos por la televisión. Las categorias son las mismas que las de la Segunda Guerra del Líbano (y de tantas otras), lo que cambiaron son las personas que las habitan.

Dos años y medio atrás eran los del norte, ahora son los del sur (salvo lo que parece haber sido un incidente único cuando el otro día, en medio de la Guerra en el sur, cayeron misiles en una residencia de ancianos en la norteña ciudad de Naharía). Los que no cambiamos somos los afortunados que vivimos en el centro del país y seguimos, entonces y también ahora, con nuestras rutinas. Sintiéndonos unos verdaderos privilegiados - y bastante culpables - por tener la libertad para preocuparnos y ocuparnos de nuestros problemas cotidianos, que de pronto, más que problemas parecen caprichos de niños mimados. Como si todo lo que no pertence a la estrecha franja que separa a la vida de la muerte no tuviera razón de ser.

No es que la actual guerra en Gaza sea igual a la Segunda del Líbano. Los motivos, los protagonistas, y los hechos son otros, pero ambas son guerras y por lo tanto, el fin se sabe de entrada. No habrá ni vencedores ni vencidos. Todos saldremos perdiendo.

Ines Weller desdeisrael@gmail.com