Pinceladas y reflexiones sobre la vida cotidiana a orillas del Mediterráneo

sábado, 3 de agosto de 2019

¿Se enteraron?



¿Se enteraron? Volkswagen dejará de fabricar su célebre Escarabajo. La noticia me sacudió fuerte, a pesar de que por lo general los modelos de autos no me mueven un pelo. La explicación la encontrarán en 'Mi querido Escarabajo', uno de los relatos de mi ebook Sonreír con acento. Pinceladas cotidianas frente al Mediterráneo, que con motivo de tan conmovedor acontecimiento :) está nuevamente disponible sin cargo en Amazon.com entre el 1 y el 5 de agosto
Empieza así: "El primer auto que tuve y manejé en mi vida fue un Volkswagen Escarabajo, que nosotros llamábamos cariñosamente Jipu (del hebreo, jipushit). Era de 1972. En aquella época, con alrededor de veinte años, estaba a punto de ser declarado «auto antiguo». Hoy ya lo es.
Si sienten una lagrimita sobre la mejilla adivino que pertenecen al club de Quienes tuvieron alguna vez un Escarabajo. A los demás, les cuento que este modelo legendario tiene un temple especial que hace que la relación dueño-auto trascienda lo pragmático. En mi caso, por circunstancias que paso a detallar, era un constante zigzag entre amor y odio."
El relato continúa en: https://amzn.to/2YF0dLk
¡Gracias por compartir!
Ines Weller desdeisrael@gmail.com

domingo, 3 de marzo de 2019

Viejo "truco" infalible


Últimamente tuve la oportunidad de volver a comprobar, por chiquicienta vez, la eficacia de este viejo "truco" y me dio ganas de compartirlo.

***
Cuentan de una familia con muchos hijos que vivían en una casa muy pequeña lo que, naturalmente, les generaba gran incomodidad y muchas tensiones. Cuando la situación se hizo insostenible el padre fue a consultar al rabino qué hacer. Para su gran sorpresa, el rabino le aconsejó:

 –Llevá un cabrito a tu casa…

–¡¡¿Qué decís?!!! Te digo que vivimos reapretados ¡y vos me decís que lleve un cabrito a mi casa! 

–Hacé lo que te digo. Lleva el cabrito y volvé en una semana.

Dada la gran reputación del rabino como solucionador de problemas por un lado y su desesperación por el otro, el hombre llevó un cabrito a la casa. Como era de imaginar, la convivencia con el animal los enloqueció...  A la semana, el hombre corrió al rabino.

–Rabi, pasamos una semana terrible…

–¡Excelente! Volvé a tu casa y sacá el cabrito…

***
Después de haber convivido, en el transcurso de los años, con muchos "cabritos", doy testimonio que el "truco" es infalible.

Solo le veo dos inconvenientes: la llegada del cabrito es ajena a nuestra decisión (al menos yo nunca encontré las fuerzas para meterlo por propia voluntad) y el "efecto" no es muy sostenible que digamos… En un par de días el alivio por la desaparición del problema "extra" suele esfumarse... y volvemos a quejarnos de la difícil situación…

miércoles, 2 de enero de 2019

¡Muy feliz año nuevo!

Cuando se acerca el 31 de diciembre me invade una sensación de ambivalencia.

Por un lado, me sumo a los deseos de ¡Feliz año nuevo! En los que subyace la percepción generalizada de que lo que nos pase este año nada tiene que ver con nosotros sino con lo que nos depare el destino.

Lo curioso es que a nivel teórico creo firmemente precisamente lo contrario: que mucho de lo que nos pase este año será efecto directo e indirecto de lo que hagamos o dejemos de hacer.

Así que con el claro propósito de recordarme y recordarnos este "detalle" mi deseo para el 2019 –que me apetece como si tuviera frente a mí una fuente de cerezas o alfajores de maicena (en una época más pecaminosa, hubiese escrito alfajores de Havanna de chocolate:)– es que disfruten de él ¡con todo! Y lo conviertan en un año pleno de momentos felices, de muchas sonrisas, risas y en la medida de lo posible, carcajadas…

¡Bienvenido 2019!