Pinceladas y reflexiones sobre la vida cotidiana a orillas del Mediterráneo

lunes, 4 de julio de 2022

Siete meses, todo un mundo


Los siete meses que pasaron desde mi post anterior (abajo), me los perdoné con relativa facilidad. En cambio, me cuesta aceptar que en tan poco tiempo quedó caduco. De no ser por la fecha de publicación, al releerlo ahora hubiera creído que lo escribí hace una década.

Primero, porque Bennett ya no es el primer ministro. En realidad, en un país adicto a las elecciones nacionales como este, no debí mencionar este detalle.

Segundo, porque los jóvenes de hoy ya no tiran al tacho el boleto de papel. Obviamente, no dejaron de hacerlo por haberse convencido de la necesidad de conservarlo hasta el final del viaje sino porque ya no lo reciben. Es más, al subir al ómnibus no solo pasan por alto al tacho sino al mismísimo conductor.

La buena noticia es que de no ser por pasajeros reaccionarios como la autora de estas líneas, los conductores estarían ¡por fin! liberados de la tarea de vender boletos. Porque, en estos días, con celular en mano, ¿quién necesita interactuar con otro ser humano?

En este caso, basta con apuntar con la camarita hacia el código QR estampado en un lugar saliente del ómnibus y la tarea de abonar concluye al sonido del clic.

El veloz ritmo en que las aplicaciones digitales conquistan más y más terrenos no es santo de mi devoción pero, le encontré algo bueno: me sirve de incentivo para desarrollar mi creatividad al intentar adivinar ¿qué novedad se estará gestando en estos precisos momentos?

Como imagino que mi esfuerzo resultará infructuoso, me conformo con el placer que me produce registrar aspectos pintorescos de nuestro querido y vertiginoso siglo 21.