Pinceladas y reflexiones sobre la vida cotidiana a orillas del Mediterráneo

sábado, 4 de abril de 2020

Llegó la hora de la revancha… de los introvertidos


Muchas especulaciones se barajan en estos días en cuanto al origen o significado de la pandemia del coronavirus. Si bien no suelo sumarme a este tipo de conjeturas, esta vez, excepcionalmente, me urge compartir mi mirada de esta locura que estamos viviendo.
Porque siento que si tuviéramos la dicha, de que este rediseño del mundo transcurriese sobre un escenario teatral, la obra podría llamarse: La revancha de los introvertidos.

Lo digo con profundo conocimiento de causa. Soy una de esas personas que, naturalmente, tienden a guardarse todo para adentro: sentimientos, problemas, dificultades y alegrías. Y en esta era digital que nos toca vivir, nos vemos obligados a ir esquivando al "otro" no solo en el mundo real sino también en el virtual. Abrimos un perfil en Facebook, instagram, etc. para disimular nuestro ostracismo pero raras veces publicamos algo personal. Nos basta compartir posts ajenos para sentimos "al desnudo".

Disfrutamos de la soledad como otros de una torta de chocolate. Necesitamos del silencio como aire para respirar. Somos expertos en explicaciones diplomáticas para eludir algún encuentro social. Porque sabemos que decir "prefiero quedarme sola en casa" no es políticamente correcto y peor aún, puede llegar a lastimar. Y si hay algo que no queremos, es herir a nuestros pocos amigos, que con no poco esfuerzo aprendieron a respetar nuestras distancias, y nos acompañan a lo largo del camino.

Y en medio de nuestra obsesión por preservar nuestra intimidad, como en un cuento de terror, llega el coronavirus y con su gran e imperdonable crueldad, impone el aislamiento a todos, sin diferencias de raza, género ni rasgo de personalidad.

Es verdad, a nosotros, los introvertidos, nos resulta más fácil transitar la cuarentena preventiva porque, de alguna manera, estamos en "nuestra salsa". Pero no se preocupen mis queridos extrovertidos. Este apogeo nos va a durar poco. Muy pronto, todo volverá a su lugar.

Ustedes, retomarán el habitual protagonismo y celebrarán encuentros humanos maravillosos. Y nosotros, volveremos a nuestro silencioso rinconcito.
O quién sabe, capaz que después de este confinamiento obligatorio quedemos tan empalagados de nosotros mismos, que corramos a abrazarlos. 
¡Ojalá!