Muchas cosas se pueden decir de Israel, menos que es un paraíso. Sin embargo, eso es lo que siento, por momentos, desde mi perfil de friolenta porfiada, cuando inmersa en la ola de calor que nos invade en pleno invierno, me paseo muy fresca con mi remera de algodón frente al televisor, mientras que desde la pantalla, las nieves de Washington y Berlín, con las cuales compartimos hemisferio, compiten por llamar mi atención. Reconozco que por momentos la blancura, tan bella como romántica, me llama, pero si lo pienso dos veces me quedo con nuestros días, mucho menos sexys pero más cálidos y diáfanos.
Ines Weller desdeisrael@gmail.com
viernes, 12 de febrero de 2010
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